A veces me hago una pregunta
A veces me hago una pregunta ¿Dónde están todos los gays que han pasado ya los cincuenta o sesenta años?, en la las películas que tratan el tema, un gay siempre es joven y hermoso, bueno a veces cuando es el amigo de la protagonista en una película de tema hétero, puede no ser muy hermoso pero generalmente es joven, pareciera que el gay viejo no tiene cabida en el mundo del cine.
Desgraciadamente la vida no es lo que presentan las películas ni lo que nos empeñamos obstinadamente en creer, la vida es la vida y todos envejecemos, todos caminamos hacia ese lento declinar de la persona, ¿y entonces? En un mundo que ha idealizado la juventud y la proclama a veces con desafío, ¿Qué futuro nos espera a todos? He conversado con varios jóvenes al respecto, y he recibido una variedad de respuestas, está la del joven que presume de bisexual y asegura que lo suyo es solamente una fase o simplemente que puede reprimirse para siempre “Pero yo no siempre voy a estar así, yo me pienso casar y formar familia y después todo será normal”, o la del que piensa que siempre se verá joven “La juventud es un estado de ánimo, en todo caso siempre existe la cirugía”, la del pesimista “Cuando llegue a viejo me pego un tiro” y la del que vive solamente en el presente “No me fastidies con esas cosas, ¡que ganas de amargarte la vida!”.
Confieso que para mí la vejez no es una obsesión pero cuando ya hemos entrado en base cuatro, de vez en cuando comienzan a asaltarnos esos pensamientos y como los Beatles digo “¿Y cuando tenga 64?” …
No frecuento discotecas, ni de ambiente ni de las otras, pero tengo amigos que me dicen que a partir de cierta edad, los gays jóvenes comienzan a criticar y rechazar la presencia de los mayores que se atreven a entrar a ellas, hace algunos años, cuando descubrí las salas de chat, al entrar en contacto con alguna persona, lo primero que preguntaban era la edad, si empezabas con 4 lo más frecuente era que te cortaran sin ninguna explicación, aunque otras veces antes de cortar te decían cosas desagradables, me han contado que en el centro de Lima, existe una discoteca para los llamados osos, señores gordos y velludos, pero que aún ellos discriminan a los “viejos” quienes no tienen más remedio que ir a otra que es para ellos, pero que es deprimente y patética pues sus habitúes se comportan como los jóvenes que fueron, con los mismos desplantes y estereotipos de los muchachos, si es verdad eso ¿ese es el final del gay viejo?. Me niego a aceptar una cosa así, pero hasta el momento todas las alternativas planteadas terminan siendo preocupantes.
Bueno para terminar con una nota de optimismo, hay algunos que logran estabilizar su vida viviendo en pareja hasta el fin de sus días, pero son los menos y si no han salido del closet, por lo menos deben contar con la complicidad de la familia y los amigos de su entorno que se hacen los de la vista gorda. Fuera de este caso muy puntual, para el gay viejo intuyo soledad, mucha soledad.
Ignacio